Volver de Shanghai es lo peor después de "ir a Shanghai".
Volé 23 horas, con un stop de 6 horas en París, es decir, llegué a casa 29 horas después de haber salido de Shanghai, y cuando llegué pensaba que sería lo mejor que me pasó en años. Estar de vuelta en casa.
Pero no pude hacer nada en todo el día, y no es Jet-lag sino algo peor. Es no encontrarse.
Cuando llegamos a Shanghai, Erica me dijo que las primeras noches seguía soñando con Buenos Aires, y me dijo que ella creía que eso pasaba porque "el alma tarda en irse de los lugares y llegar a otros". Es una manera bastante precisa de explicarlo.
Hoy a la mañana, después de haber soñado toda la noche con un supermercado chino donde yo quería comprar unos pilotos de lluvia !!, me levanto muy temprano y ya no puedo dormir. Me voy a la cinta a caminar, con mi ipod, y ni la música me suena igual que antes. No sé en qué pienso, durante los 30 minutos que paso arriba de la máquina.
Vuelvo a casa y escribo en google: "volver de China". Lo que busco es una forma de explicarme de qué se trata esto que me pasa. Entre otros vínculos inútiles, aparece un blog que dice la siguiente frase, refiriéndose al día siguiente de su regreso de China a España: "Es como si ya me hubiera ido de Madrid y aún no hubiera llegado a Barcelona. Como si estuviera viviendo la peor soledad de los dos sitios...".
Se parece bastante a lo que dijo Erica. Irse y llegar, como un limbo entre las dos cosas, tiempo en el que uno no está en ninguna parte.
Qué raro.
Quiero volver a mi casa, quiero volver a Buenos Aires, quiero volver a mi balcón, a mis discos a mi ropa.
Todavía no siento el olor de mi casa, ni me siento tranquila.
Hay algunas ciudades que no me sientan bien: Shanghai es una de ellas.
